Entre tu y mil males

12/10/09



Ya no podía soportarlo,
la última vez fue el determinante para salir corriendo hacia aquella oscuridad que me abraza con esa intensidad que tanto necesitaba.
Era ver una y otra vez el momento en que estaba parado sobre el césped húmedo de aquella plaza. Verlas en un banco, sentadas… abrazadas, dándose tanto amor como el que jamás pude recibir. Y yo, con el corazón en la mano recordaba los momentos hermosos que tenia nuestra amistad, esa amistad que luego sucumbió a formarse en amor. En un amor sin fronteras, que cada momento con ella fue preciado.
Recordaba nuestros paseos en los colectivos, nuestras miradas cómplices a cada locura que hacíamos, los momentos de felicidad plena que compartíamos.
Todo eso se fue desvaneciendo cuando ella apareció.
Una especie de mujer con mirada fuerte, que tomaba y alejaba cada día más y más a mi amada de mis brazos, la arrebato tan dulcemente que ni ella se daba cuenta que la estaban separando de alguien que con su vida habría dejado hasta su ultimo respiro por verla feliz.
Y así comienza la historia, donde la plaza relata el final… donde las hadas se desvanecen y mi odio crece con expectativas de dejarme seco ante las palabras. Estaba claro, yo no podía decir ni una palabra. No podía expresar el temblor de mis manos que se sacudían como si estuviese enfermo. Pero de alguna manera lo estaba, no podía demostrarle que todo aquel amor que brotaba en mi era por una sola razón, por que existía ella.

0 comentarios: